Si se considera que la versión de “The Magnificent Seven” que comienza a exhibirse hoy es un “remake” de un “remake” -la versión de 1960 con Yul Brynner y Steve McQueen era una versión hollywoodense de “The Seven Samurai” de Akira Kurosawa- resulta tentador utilizar su estreno como una plataforma para criticar la falta de originalidad en el cine comercial moderno. Esto sería  fácil de argumentar, pero también sería un enfoque erróneo para evaluar un filme cuya única pretensión es entretener y explotar al máximo el carisma de Denzel Washington y Chris Pratt como estrellas de cine. El resultado es un western aceptable con niveles de entretenimiento altos.