La belleza natural de muchas costas boricuas vive opacada por ruidos excesivos, basura y descargas contaminantes sin que el Estado haga valer las leyes de protección de este vital recurso natural, que es su principal activo turístico
La belleza natural de muchas costas boricuas vive opacada por ruidos excesivos, basura y descargas contaminantes sin que el Estado haga valer las leyes de protección de este vital recurso natural, que es su principal activo turístico
A media tarde de un domingo cualquiera, el ruido en isla Palomino es ensordecedor. Decenas de embarcaciones, algunas amarradas entre sí y otras directamente ancladas al fondo marino por falta de boyas, compiten por entretener con su música a los visitantes. El sonido es tan estridente, que la experiencia del pasadía se vuelve agobiante. Los ritmos varían, pero abundan el reguetón, la salsa y la bachata, que se mezclan con el olor a marihuana.
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