El sábado 13 de Agosto de 2016 fue uno de esos días lleno de expectativas y alucinaciones. Ese día Puerto Rico tenía una cita con los dioses del Olimpo. Por segunda vez en su historia, Puerto Rico estaba a las puertas de tocar el oro, ese preciado metal que todo atleta olímpico aspira a tener sin importar el esfuerzo que cueste. El país estaba paralizado; en cada esquina, en las redes sociales, en los cafés y hasta en las clases universitarias se tocaba el tema. Se hablaba sobre lo grandioso que iba ser si nuestra heroína de piel bronceada y sonrisa resplandeciente ganara la medalla de oro. Personalmente dejé a un lado todos mis quehaceres de la tarde para estar sentado a las 3:00 pm frente a mi televisor y disfrutar de la final de sencillo femenino en la Olimpiada de Río 2016.
Se adhiere a los criterios de The Trust Project
El carnaval del oro acabó