Unamuno escribió lo siguiente: “La tal Academia es una institución aristocrática que no trabaja para la cultura popular”. La Real Academia Española, la de Madrid es, posiblemente (o con toda seguridad), más conservadora que las academias americanas. ¿Será tal vez porque no se han enterado que el futuro del español está en las bocas de América y no en las de España? La nuestra, la academia Boricua, la Academia Puertorriqueña de la lengua española, se ha distinguido por sus batallas aguerridas defendiendo nuestra variante dialectal, nuestras palabras y el español de Puerto Rico ( con muy poca suerte estimo, pero ni modo). Igual por sus publicaciones de inmenso valor, entre ellas, el Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico, la revista DILO, todas, absolutamente todas las publicaciones de la doctora María Vaquero (QEPD), del doctor Eduardo Forastieri, los interesantes diccionarios de anglicismos de la doctora Morales, y muchas otras obras, unas más afortunadas que otras, de otros autores que consumirían lo que queda del Bocadillo. Igual, hay que destacar el valioso y puntilloso trabajo de los investigadores lingüísticos que muchas veces pasa desapercibido. En fin, entérese que ninguna lengua necesita una academia, pero no se puede negar lo que ha hecho bien la puertorriqueña y lo que sigue haciendo… Felicidades a los lingüistas de la muy real academia puertorriqueña de la lengua. Gracias a ellos nuestra alcapurria está, con las muelas de atrás, en el diccionario de la Irreal. ¿Olé?
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LA IRREAL DE MADRID… Y LA MUY REAL NUESTRA
La profesora Aida Vergne escribe sobre la defensa que la Academia Puertorriqueña de la Lengua hace de la variante dialectal de Puerto Rico.