Hablamos latín del siglo 21 (aunque hay palabras del español que no provienen del latín, pero vamos, son las menos). Este “latín del 2015” posee palabras que atravesaron por distintos cambios y vías hasta llegar a lo que son hoy. De ahí que tengamos palabras patrimoniales (que evolucionaron fonéticamente –sonidos- a tal extremo que hoy es casi imposible reconocer su origen). La latina hominem es un buen ejemplo. Su paso hacia el español fue: hominen>homne>hombre. También tenemos las palabras cultas o cultismos que, a diferencia de las patrimoniales, no sufrieron prácticamente ningún cambio, y conservan casi intactos los sonidos del latín, como fraternus>fraterno. Hay otro interesante grupo que denominamos semicultas, compuesto por palabras patrimoniales que, por diversas razones, detuvieron su evolución antes de llegar a feliz término (el cambio no se completó). La fruta (de fructus) que usted se desayunó hace un ratito debió haber sido la frucha en “buen español”. Otra semiculta interesante es seculus que debió haber sido seculus>seculo>seglo>sieglo>sejo. Pero su paso hacia el español se detuvo en siglo. ¿Por qué se detuvo el cambio, se preguntará usted? Pues Penny explica que existía mucha presión cultural sobre las palabras, e incluso rechazo a los cambios que se manifestaban (como hoy en día), especialmente por parte de las clases privilegiadas y los religiosos, pues el latín culto era la lengua de la Iglesia. ¿Y los dobletes? ¡Mañana, mañana! ¡Buen día!Profabocadillos@gmail.com
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LATÍN DEL ¿SEJO XXI?
Hablamos latín del siglo 21 (aunque hay palabras del español que no provienen del latín, pero vamos, son las menos).