Tendida sobre el agua presto atención a las sílabas acuosas del mar, al sonido abierto de su calma. Copio el azul que recogen las pupilas del cielo, impresión que me entinta por dentro una tranquilidad despejada. El cuerpo ondea con los brazos y las piernas extendidos en movimiento tenue. La mente se acurruca a cierta paz para dejar afuera el trajín diario, pero una imagen irrumpe contundente en lo que de sereno pueda tener el momento. La estructura emocional apaga todas sus luces y enmudece. Noto que me voy opacando desde adentro. El cuerpo aún flota y hace recuento de las noticias abultadas sobre el recuerdo.
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Lejos
El mar que me carga deja de ser sosiego y se torna lentamente en vasto cementerio involuntario que hace que me incorpore y lo mire con cierta incredulidad.