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MIS DISCULPAS (EVOLUCIÓN 1)

Aida Vergne comenta sobre el interesante tema de la evolución histórica del español.

3 de agosto de 2015 - 1:00 AM

Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del autor y no reflejan las opiniones y creencias de El Nuevo Día o sus afiliados.

Me disculpa pues en los últimos dos Bocadillos entré por la salida. Y así no se puede. Muchos lectores me han pedido hasta mapas para entender la evolución de la abeja y la oreja, y se quejaron de que no fui clara explicando el interesante tema de la evolución histórica del español. Mea Culpa. Por eso, para compensar, voy a ofrecerles una mini serie de lingüística histórica (crash course) para disipar dudas y arrojar luz a estas tinieblas que le he lanzado. No lo cubriremos todo, para eso tendría que matricularse en un cursito conmigo, pero por lo menos nos pasearemos por los aspectos generales más importantes. Empecemos (desde el principio, y sea paciente). Sabemos que la lengua cambia a través del tiempo. Por ejemplo, durante la Edad Media palabras como hablar y hermosa se pronunciaban con una [f] inicial: fablar, fermosa. Con el pasar del tiempo esa [f] inicial pereció en el camino, y lo que nos queda como viejo recuerdo de ese hecho es la [h] que antecede a esas palabras. ¿Por qué? Bueno sabemos también que el español viene del latín vulgar, la lengua del Imperio Romano. De ahí provienen además el catalán, el francés, el gallego, el italiano, el portugués, el provenzal, el rético, el rumano y el sardo. La gran pregunta es: ¿por qué si todas vienen del latín, tenemos lenguas romances distintas? El cursillo sigue ¡mañana!

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