El futuro es incierto, pero gramaticalmente hablando el futuro puede ser perfecto. Los latinos le llamaban futurum exactum, donde la acción del verbo, aunque en futuro, está terminada (como en una especie de pasado en el futuro). ¿Contradicción? No. Bello le llamó a este tiempo verbal el antefuturo, y nos ayuda a desyerbar este asunto cuando nos dice: “No es esencial para la propiedad de este tiempo que los dos predicados que se comparan se consideren ambos como futuros respecto del acto de la palabra (...). Lo más común es que así sea, pero hay circunstancias en que sucede lo contrario”. ¿Ejemplo? Una persona que ha salido de su patria hace mucho tiempo, y que no espera volver a ella en algunos años podrá decir sin problemas: “cuando vuelva a mi país, habrá cambiado sin duda el orden de cosas que allí dejé”. ¿Cómo es posible que haya un pasado en el futuro? Pues es una especie de pronóstico del hablante, nos dice Bello, que se basa en el número de años que lleva fuera, y los años que han de pasar antes de que regrese a su país. Ya ve; lengua es también una máquina del tiempo. Entonces será posible que ¿todo tiempo futuro fue mejor? Mire, no se atormente con esto de los verbos (¿o seré yo quien lo atormenta?) Por si acaso, sepa que le deseo un feliz día de hoy, hoy.
Se adhiere a los criterios de The Trust Project
¿UN FUTURO PERFECTO?
Aida Vergne habla de los tiempos verbales.