La encrucijada irreflexiva en la que se ha colocado el gobierno de Puerto Rico, con su negativa a dar el vital paso garantizador del cuadre de las finanzas públicas, es tan estéril como dañina para el pueblo puertorriqueño, porque pone en peligro la oportunidad para la estabilización y reconstrucción de la isla.
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El futuro depende de la sabiduría del gobernante
Nota de archivo
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