Viajar en familia puede ser una experiencia placentera e inolvidable o, por el contrario, una pesadilla. Pero, ¿qué hace esa experiencia única, especial y digna de recordar? Por supuesto, la planificación. Esta debe incluir a cada miembro de la familia, pensando en sus edades e intereses, y, claro está, prepararse para todos los posibles escenarios que puedan ocurrir. Si viajas con niños pequeños, por ejemplo, esto se traduce a llevar juegos y meriendas, entre otros artículos, para sobrevivir el trayecto, ya sea por auto, avión, autobús o tren. Luego, escoger un destino “amigable”, que les permita a todos sacar el máximo a la experiencia.