Aunque la economía de Puerto Rico sigue sumida en una recesión desde 2006 y la deuda fiscal sobrepasa los $72,000 millones, esto parece no hacer sombra alguna en el mercado de los yates de lujo, un sector que sigue viento en popa gracias a los incentivos contributivos que han movilizado a cientos de extranjeros acaudalados y a médicos jóvenes del patio a comprar botes.
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