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El "hombre árbol" pierde toda esperanza de curarse y denuncia maltrato

Según los médicos, la enfermedad que sufre Abul Bajandar no tiene cura y las operaciones solo le proporcionan un alivio temporal

25 de junio de 2018 - 10:06 AM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 6 años.
Abul Bajandar, conocido como 'hombre árbol', recibe comida de manos de su esposa, Halima Akter en una habitación de la unidad de quemados del hospital, en Daca, Bangladesh. (EFE / Abir Abdullah)
Abul Bajandar, conocido como 'hombre árbol', recibe comida de manos de su esposa, Halima Akter en una habitación de la unidad de quemados del hospital, en Daca, Bangladesh. (EFE / Abir Abdullah)

 Después de más de dos años de tratamiento en un hospital de Dacca para combatir las grandes verrugas que cubren parte de sus extremidades, que le han dado el sobrenombre del "hombre árbol", Abul Bajandar ha abandonado toda esperanza de cura entre críticas al personal sanitario por el trato recibido.

En mayo, con motivo de las celebraciones del mes sagrado musulmán de Ramadán, Bajandar decidió regresar a su pueblo en el suroeste de Bangladesh para conmemorar la festividad más importante del año con toda su familia, y desde entonces no ha regresado a Dacca.

"Después de dos años y medio me dijeron que no existía una solución permanente a mi problema. Las verrugas volverían a los tres meses de cada operación, por lo que tendría que permanecer en el hospital de por vida. Pero tengo una niña, esposa, ¿cómo las voy a mantener?", aseguró el joven de 27 años.

Según los médicos del Hospital Universitario de Dacca, la epidermodisplasia verruciforme que sufre Bajandar -una enfermedad de carácter hereditario, pero no contagiosa- no tiene cura y las 19 operaciones que recibió solo le proporcionaban alivio temporal.

El sueño de Bajandar de volver a una vida normal junto a su mujer y su hija y recuperar su trabajo de conductor se fue convirtiendo en una pesadilla, al ver cómo después de las operaciones volvían a crecer las verrugas en forma de corteza de árbol en manos y pies.

Lejos queda aquel 30 de enero de 2016 cuando Bajandar ingresó esperanzado por primer vez en el hospital, donde permaneció de manera ininterrumpida hasta el pasado febrero.

Allí, con todos los gasto cubiertos, dormían en una habitación con dos camas él, su esposa y su hija de 5 años.

Pero el joven denunció que desde febrero la situación en el hospital no hizo más que empeorar.

Primero, aseguró, las autoridades sanitarias del hospital le obligaron a abandonar el centro mientras le habilitaban otra habitación y luego, cuando regresó dos meses después, descubrió que habían suprimido la ayuda alimentaria para su mujer y su hija.

"Ahora dicen que el hospital no puede proveer más que una comida", lamentó Bajandar, de estrato humilde y carente desde hace años de ingresos debido a la enfermedad, que le impide trabajar.

Además, añadió, eran víctimas de los "insultos" y el "mal comportamiento" de las enfermeras y otro personal del centro hospitalario.

"Con su comportamiento nos estaban diciendo que debíamos abandonar el hospital", sentenció Bajandar.

El coordinador de la unidad de quemados y cirugía plástica del centro, el doctor Samanta Lal Sen, negó sin embargo  que el personal del hospital haya mantenido un comportamiento incorrecto con Bajandar y su familia y aclaró los motivos de su enfado.

De acuerdo con el doctor Sen, el Hospital Universitario de Dacca es un centro público en el que "el acompañante no tiene derecho a comida".

Aún así, remarcó, durante todo este tiempo habían dado de comer en la cantina del hospital a la mujer y a la hija de Bajandar, una opción que por motivos presupuestarios no pueden prolongar.

Respecto al tratamiento, el médico aseguró que el paciente puede regresar en cualquier momento.

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