El hastío también hace olvidar como hace recordar, y antes de contestarle recordé que por hastío los que se habían ido no iban a regresar.
El hastío también hace olvidar como hace recordar, y antes de contestarle recordé que por hastío los que se habían ido no iban a regresar.
¿Yo? Aquí. Gracias por preguntar, pero no quiero abrumarte con mis cosas. Cuéntame de ti, estás perdido. Cuéntame, ¿cómo estás…? -insistía un viejo amigo del que no tenía noticias hacía tiempo-. Aunque nunca lo admitiría, yo sabía que se había ido sin planes de regresar, como tantos otros amigos. No sé si por un repentino brote de nostalgia o por puro azar quiso saber de mí. De algún modo nos extrañábamos, como es natural, es decir, de manera fugaz y azarosamente; pero no lo suficiente como para hacer nada más. Amadas y malditas las reservas de la memoria, una canción sin sentido y alguna que otra fotografía engavetada, parecen bastar a veces para suplantar el cuerpo físico de las personas. El hastío también hace olvidar como hace recordar, y antes de contestarle recordé que por hastío los que se habían ido no iban a regresar. Y así, tras vacilar un instante, le respondí sin querer repitiendo su misma respuesta: ¿Yo? Aquí.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: