El escritor Eduardo Lalo habla de los mundos paralelos, o al revés, que han creado los políticos, que atontan a un país.
El escritor Eduardo Lalo habla de los mundos paralelos, o al revés, que han creado los políticos, que atontan a un país.
Uno de los grandes escritores del siglo 20 tiene, para nosotros, un nombre impronunciable y casi irreal: Sigizmund Krzhizhanovsky. Nacido en el seno de una familia polaca residente en Ucrania, emigrará a Moscú poco después de la Revolución Soviética. Allí, viviendo en un cuarto ínfimo, transcurrirá su existencia hasta su deceso en 1950. La vida y la obra del que la crítica ha llamado el Kafka o el Borges de Kiev (equivocadamente, pues sus años creadores transcurren en Moscú) están atravesadas por un hecho dramático: nunca vio publicarse ninguno de sus libros y los contados textos (artículos y alguna adaptación fílmica) que pudo hacer circular no aparecieron con su firma. Krzhizhanovsky fue, como una de sus creaciones, un “0.6 de yo”: un escritor sin existencia, un espectro, un invisible genial.
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