El escritor Edgardo Rodríguez Juliá presenta una crónica sobre la visita del chelista Yo Yo Ma a Puerto Rico
El escritor Edgardo Rodríguez Juliá presenta una crónica sobre la visita del chelista Yo Yo Ma a Puerto Rico
Las seis “suites” para violonchelo de Bach es música barroca que requiere total concentración al escucharla. No es música de trasfondo, mucho menos levedad barroca a la Telemann, o en versión popularizada a la Jordi Savall; tampoco se trata de ese protagonismo virtuosístico del concierto romántico. Si alguna música está cerca de ese “animal de fondo” que somos, descubierto por Juan Ramón Jiménez a los sesenta y siete años, casi la edad de Yo Yo Ma hoy en día, es esta música de Bach para el violonchelo. En el mejor de los casos sería una “degustación”, una música mística que acaricia lo mejor de nuestra humanidad compartida. En el caso del sonado concierto de Yo Yo Ma en la Sala Paoli, es como comernos completo, y de una sentada, el bizcocho de bodas, incluyendo los novios en pastilla. Quizás sea “too much of a good thing”. Hasta ahora ningún chelista —solo Yo Yo Ma en su “Bach Project” que lo llevará a todos los continentes— ha sido capaz de proponer tocar esas seis “suites”, cada una con seis piezas, treinta y seis en total, de corrido, y de memoria, sin intermedio para la gente mayor con problemas de próstata, o vejiga festiva.
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