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Dos espacios sociales, pero una sola trinchera política
Todos lucen sus mejores atavíos en una gala en un hotel de la capital. El color del partido político al que cada uno pertenece se esconde entre los lazos negros de las etiquetas y las gargantillas brillantes. Así lucen, como una estrella rodeada por cincuenta más; o brillante como una sola que descansa sobre el azul marino o el azul celeste, dependiendo de cuán cerrado esté el próximo evento electoral.
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