Aún antes del COVID-19, el fracaso del modelo económico y político colonial y el aparatoso desgobierno estadoísta han impuesto un encierro de facto a la actividad del país, escribe Víctor García San Inocencio
Aún antes del COVID-19, el fracaso del modelo económico y político colonial y el aparatoso desgobierno estadoísta han impuesto un encierro de facto a la actividad del país, escribe Víctor García San Inocencio
La semiclausura del país ha durado 14 años. Estuvo precedida de décadas de mala gestión pública y de obscenos incentivos contributivos que minaron los recaudos y arrojaron al gobierno al endeudamiento. Junto a ello el gasto inútil cuando no en obras babilónicas, contratos escandalosos, o reclutamientos batateros, debilitaron toda posibilidad de inversión social y reservas adecuadas contra desastres. Este patrón que también supuso privatizaciones a mansalva, refinanciamientos muy onerosos y agigantamiento de la deuda pública, le pusieron un cerco a la actividad económica productiva, aumentaron la desocupación y el flujo migratorio, que previo al huracán María, rondaba ya la cifra generacional de medio millón de puertorriqueños en una década.
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