En el idioma filipino, el tagalo, se le llama kalendaryo al calendario o almanaque, y hace años que Manny Pacquiao, con 40 años en sus pantorillas en forma de diamante, lo ha tirnado en metal que no se desgasta: es latente su cuerpo y espíritu combativo de veinteañero, dejando escapar una sonrisa que noquea a sus rivales fanforroneros e inescrupolosos, tal como Adrein Boner, que el sábado pasado se creyó un gúiski de solera y resultó una cerveza light.