Un virus ha tenido el poder de provocar un cambio más radical en las maneras en que nos relacionamos y nos comportamos, escribe Sergio Ramírez
Un virus ha tenido el poder de provocar un cambio más radical en las maneras en que nos relacionamos y nos comportamos, escribe Sergio Ramírez
La inolvidable y aleccionadora película Los pájaros de Alfred Hitchcock no termina con un amanecer esplendoroso, donde el sol alumbra un nuevo día porque toda amenaza ha desaparecido, y los protagonistas, tras el terror del ataque sin sentido de las aves, antes tan inofensivas, despiertan a una vida feliz, sin más sobresaltos. Al contrario. Los pájaros siguen allí, por miles, en los techos, en los tendidos eléctricos, en el pavimento de las calles, porque sólo se trata de una tregua. Volverán a atacar. No se sabe cuando, pero no han hecho las paces con nadie.
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