La lealtad es una virtud que se desarrolla y pasa a formar parte de nuestra conciencia. Es lo que nos hace cumplir con los compromisos aun ante circunstancias adversas. Se trata de una “obligación” que uno contrae con el otro, pero sobre con uno mismo. Lo contrario de la lealtad es la traición y supone la violación de un compromiso expreso o implícito. Si la lealtad implica aceptar que el otro nos haga daño, entonces deja de ser una virtud y se convierte en un defecto. Por eso debemos ser leales solo a nuestros principios, ideologías y valores, y no a otras personas o grupos, incluidos los partidos políticos.
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