El PIP tiene que guayar el cuero
Las concesiones autonomistas permitidas por Estados Unidos a Puerto Rico se entendían de buena fe, hasta que llegó Promesa. Cien años de lucha estadoista, más que producir resultados halagadores, ha alejado a Puerto Rico de ser estado de la Unión. Ambos fracasos agotaron el entendimiento de estos sectores y les forzaron a convertir fines por medios.
Para los partidos Popular y Nuevo Progresista, el Estado Libre Asociado al primero y la estadidad federada al segundo, dejaron de ser un fin. Ahora son medios, como carnadas electorales apreciadas por los votantes en un mundo político de medias verdades y confusión espiritual, donde se aprecia más un embuste bien vestido que una verdad en harapos.
Sin embargo, los movimientos en búsqueda de una república han obviado el electoralismo que le pudo ofrecer grandes beneficios políticos para mantenerse firmes en su meta de la independencia.
Si elaboramos una ficción de lo que pudo haber sido y no fue, el Partido Independentista podría ser hoy, como lo fue a mediados del siglo pasado, una fuerza electoral primaria. ¿Cuál sería la ficción? Una campaña por la independencia, pero amigable a Estados Unidos.
En esta sociedad “pro Yanqui”, el “go home” no cuaja. La realidad del discurso independentista ha sido de fricción con Estados Unidos. Lo que es entendible dada las raíces de esos movimientos: el nacionalismo Albizuista, con sus obvias implicaciones de violencia y el marxismo-leninismo adoptado de él, y el Castrismo. O sea, un independentismo al cual sus opositores podían gritar desde la tribuna “que asusta”, y les creyeran.
Hoy el PIP ha reformulado su visión pública de Estados Unidos. Hace décadas no veo un grafiti de “Yankee go home”. Sin embargo, recuerdo estar presente cuando el licenciado Rubén Berríos, junto a Rafael Hernández Colón y Carlos Romero, charlaban amigablemente y sin barreras con los senadores Johnson y McClure.
Entiendo que lo que ha mantenido al PIP en la palestra, aun con sus limitaciones, ha sido un liderato capaz, ágil e intelectualmente agresivo. Pero, de otra parte, lo que le ha mantenido estático ha sido su timidez en explicar la República de Puerto Rico. Máxime que el PPD ha instruido al país en un significado despreciable de república.
Nuestro refranero político incluye el que “si guayas el cuero de un boricua, descubres un independentista” y “si emborracha a un jíbaro, descubres a un patriota”. Ficción o no, los que hemos estado dentro del monstruo político sabemos que hay más independentistas que los votos y encuestas.
Mi consejo al candidato a gobernador, Juan Dalmau, que es una figura electoral simpática, aparte de las muchas luces que le adornan: guaya cueros y explica la “república”.
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