Estabilidad y sensatez
Toda crisis plantea una invitación a la sensatez porque lo contrario es rendirse al caos. La desestabilización de la gobernanza de Ricardo Rosselló puede ser fiesta apetecida para un partido principal de oposición que anda sonámbulo desde la muerte del Estado Libre Asociado, acosado por su más reciente zafra de escándalos, pero no lo es de interés para un pueblo agobiado en quiebra y fragilidad económica.
Piense lo que se piense sobre la conducta del gobernador a base del contenido de coloquios íntimos, el golpe malicioso de sacarlos a luz pública no puede legitimarse en golpe de estado. No es nada agradable leer algunos pasajes impropios e irreverentes en los chats de La Fortaleza que una mente maquiavélica retrató y compiló para emplearlos en tenebrosa intención ulterior que le conviniera; pero ese no puede ser el criterio base para tumbar al gobierno.
Puerto Rico ha tocado fondo y esa realidad no surge de un chateo indiscreto. La inmoralidad de la colonia nos contamina por todos los flancos, sujetos a decisiones y arbitrariedades tomadas en centros de poder dirigidos por líderes que no elegimos; la autonomía de gobernanza transgredida por la Junta de Control Fiscal Federal que antepone la cuantía del pago de la deuda a los requerimiento sociales de nuestra población; un presidente intolerante y prejuiciado que entorpece las transferencias de la ayuda federal que nos corresponden tras la devastación del huracán; y el reptil de la corrupción charrasqueando la confianza e integridad en la administración pública.
Ese cúmulo de adversidades es más importante que el enfado e indignación que produzcan las indiscreciones reveladas en La Fortaleza.
El gobernador Rosselló Nevares y los participantes del chateo pagarán alto precio por el contenido y tono de los comentarios que hicieron. El daño auto infligido está hecho. Tras este desastre, las próximas horas y días determinarán si el primer ejecutivo ha de completar su mandato y si le queda futuro político. Ese es el problema menor.
Lo que ahora anda por encima de cualquier otra consideración es la estabilidad de la gobernanza puertorriqueña. En tiempo de adversidad es que se prueba la fibra de los individuos y de los pueblos.
Se puede entender que haya fiesta y júbilo en los partidos de la oposición, pero a los líderes del partido de gobierno, un consejo: el mandato y la responsabilidad para gobernar está en su cancha y este no es tiempo de pescar en río revuelto… es tiempo de calmar las aguas y pensar en Puerto Rico.
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