Al cumplirse el primer aniversario de su partida, no hay mejor manera de celebrar su vida que poniendo en marcha su legado y enseñanzas para devolverle el prestigio y la credibilidad al gobierno, escribe José Julián Roldán Villanueva
Al cumplirse el primer aniversario de su partida, no hay mejor manera de celebrar su vida que poniendo en marcha su legado y enseñanzas para devolverle el prestigio y la credibilidad al gobierno, escribe José Julián Roldán Villanueva
A mis cuatro años de edad conocí a Rafael Hernández Colón por mis abuelos, que fueron colaboradores de sus campañas. Fue un momento emocionante para mí conocer a el líder de una de las más importantes gestas en Puerto Rico. Desde esa edad mi admiración fue profunda hacia su figura. Rafael fue de esos líderes que hoy escasean. Tenía el don de la empatía para entender el dolor de la gente, la valentía de tomar decisiones difíciles pero correctas cuando las circunstancias lo requerían y una sabiduría especial siempre más adelante que el presente.
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