Desde que debutó profesionalmente en 2003, enseguida fue noqueado por la fama de su padre, Julio César Chávez, considerado el mejor boxeador mexicano de todos tiempos y uno de los cinco más brillantes de América Latina, donde me antojo incluirlo junto al cubano Mantequilla Nápoles, el panameño Roberto Durán, el argentino Carlos Monzón y el puertorriqueño Wilfredo Gómez, sin un orden concreto.