Héctor O’Neill es un mastodonte del Partido Nuevo Progresista (PNP), una figura monumental cuya unción es indispensable para prácticamente todo político al que le interese cobijarse bajo el palio de la palma. Allí, en su momento, dieron saltos claves las figuras de los exgobernadores Pedro Rosselló y Luis Fortuño, a quienes el titán de la Villa de Caparra, con los hilos invisibles o a veces no tan invisibles que maneja desde las cumbres borrascosas de Guaynabo City, ayudó mucho a poner en camino al Palacio de Santa Catalina.
Se adhiere a los criterios de The Trust Project
La debilidad de la carne
El país está ferozmente indignado con las actuaciones que se le imputan a Héctor O’Neill y eso incluye a amplios sectores de la militancia del PNP.