El americano se acerca al espejo, quizás por accidente, quizás con aprensión, y lo que ve al otro lado es una cosa de espanto: hay un personaje de más de seis pies de estatura, torso ancho como de búfalo, pelo rojizo aupado en un elaborado peinado, la piel anaranjada como pintada con aerosol y una mirada dura, que parece que da latigazos.
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La fiebre anaranjada
El americano se acerca al espejo, quizás por accidente, quizás con aprensión, y lo que ve al otro lado es una cosa de espanto: hay un personaje de más de seis pies de estatura, torso ancho como de búfalo, pelo rojizo aupado en un elaborado peinado, la piel anaranjada como pintada con aerosol y una mirada dura, que parece que da latigazos.