Queda por ver el comportamiento de la periferia electoral, con su voto disidente e inclinado al voto castigo contra los que jugaron con sus ideales y los defraudaron, dice Orlando Parga
Queda por ver el comportamiento de la periferia electoral, con su voto disidente e inclinado al voto castigo contra los que jugaron con sus ideales y los defraudaron, dice Orlando Parga
Mientras los dos partidos de mayoría dilucidan candidaturas y sus estrategas conspiran para cancelarse uno al otro, el nuevo partido Victoria Ciudadana se proyecta con sombra enigmática sobre las tres estructuras tradicionales progresista, popular e independentista. Su fuerza motora – Alexandra Lúgaro – ya no es la refrescante alternativa que en 2016 compraron ávidos electores de pensamiento independiente, pero sigue siendo comerciable antídoto contra la degradación política de la que, evidentemente, el pueblo se hartó. Esta vez sus negativos son más notables que cuando hace cuatro años emergió a través de la magia de las redes sociales, pero hoy goza de vida extendida gracias a la testarudez predominante en el liderazgo del PNP, PPD y PIP. No es que Lúgaro sea capaz de un golpe electoral como en pasado tiempo lideraron Muñoz y Ferré, es que bien podría ser la “ficha del tranque” en tablero de improbables.
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