Muchas veces los diminutivos no denotan afecto, sino que enmascaran la mirada prejuiciada a los conceptos que buscan empequeñecer, plantea Ana Teresa Toro
Muchas veces los diminutivos no denotan afecto, sino que enmascaran la mirada prejuiciada a los conceptos que buscan empequeñecer, plantea Ana Teresa Toro
“Duerme, duerme negrito… que tu mama está en el campo, negrito…” Así comienza esa canción de cuna del folclor latinoamericano, que Atahualpa Yupanqui rescató décadas atrás y que figuras como Víctor Jara y Mercedes Sosa han interpretado con una belleza irrepetible. De sus voces emana ternura, verdad y también, mucho del dolor que viene con la pobreza y con la marginación racial. Es un canto al consuelo, al amor y uno de los usos más tiernos del diminutivo por excelencia a la hora de hablar de la querencia en español y en este lado del mundo: negrito.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: