No soporto el remeneo industrial histriónico del tren ni el chirrido de sus frenos que con violencia besan el metal para no perderse la parada; cuando lo espero ni cuando lo habito.
No soporto el remeneo industrial histriónico del tren ni el chirrido de sus frenos que con violencia besan el metal para no perderse la parada; cuando lo espero ni cuando lo habito.
Si algo he perdido a paso acelerado durante estas andanzas dentro y fuera de Puerto Rico, es la vista, no metafóricamente, sino que ya no veo de lejos con exactitud. Un oftalmólogo en la Ponce de León me confirmó que esa será mi cruz, cosa que ya me sospechaba desde los ocho años. Eso sí, de cerca tengo vista microscópica. Veo los poros y su población si te miro la cara de cerca. Bendición y maldición porque no me interesa auscultar tu demografía porosa. Lo que me ha llevado a desarrollar un perfil auditivo agudo, más bien, majadero.
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