En el contexto actual de gobernanza como forma de gobernar se reconoce que la sociedad exige nuevas y variadas formas de interacción, colaboración y cogestión. La premisa que subyace es que ni los mercados, ni las democracias, ni el sector público pueden funcionar bien a menos que los gobiernos sean capaces de diseñar y poner en marcha políticas públicas apropiadas, administrar los recursos con eficacia, con más transparencia, calidad y eficiencia, y responder efectivamente a las demandas ciudadanas para el bienestar de la sociedad.
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