Decía Albert Camus en La peste (1947), “…las pestes, en efecto, son una cosa natural, pero resulta difícil creer lo que hacen cuando nos caen encima. Han habido en el mundo tantas pestes como guerras. Y a pesar de eso, las guerras y las pestes atrapan a la gente igualmente desprevenidas”. Ante la crisis global del nuevo virus, los gobiernos (desprevenidos) han adoptado diversas estrategias, y estamos viendo que los gobernantes se pueden equivocar: lo más natural es que rectifiquen. Si la especie humana va a poder controlar exitosamente el nuevo virus, va a ser por una combinación de buena gestión gubernamental e innovación científica. O sea, vamos a tener que combinar la Ciencia Política y el Derecho Público con la Biología y la Epidemiología. No hay un libro de instrucciones de cómo manejar el COVID-19, ya que es un virus nuevo y lógicamente los gobiernos tienen que ser flexibles y anti-dogmáticos. En Reino Unido, por ejemplo, empezaron por una estrategia de “inmunidad de grupo” y luego cuando le informaron a Boris Johnson el estimado del costo en vidas de hacer ese experimento en esta situación tan novel, el primer ministro rectificó y cambió a la estrategia más recomendada.