En esos discursos de Muñoz se haya el origen del mal. Las palabras vacías, las cursilerías rancias de Muñoz, nos alejan desde hace décadas de la realidad, escribe Eduardo Lalo
En esos discursos de Muñoz se haya el origen del mal. Las palabras vacías, las cursilerías rancias de Muñoz, nos alejan desde hace décadas de la realidad, escribe Eduardo Lalo
Esta columna es la crónica de una catástrofe. Lo que nunca fue y se pensó por décadas como una realidad indiscutible, fue desde sus orígenes un entramado mal inventado, una propuesta trunca y vaga que no pasó de la palabrería. Washington dejó clara desde el inicio su inexistencia, la vigencia de las leyes que le hacían dominar completamente la colonia, pero aprovechó las circunstancias y se hizo cómplice de la cortina de humo.
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