El Estado Libre Asociado tiene la titularidad que Don Bartolo le enseñó al Vate. Jamás el Congreso, los independentistas y los estadistas, soberanistas y realengos se pondrán de acuerdo, escribe Edgardo Rodríguez Juliá
El Estado Libre Asociado tiene la titularidad que Don Bartolo le enseñó al Vate. Jamás el Congreso, los independentistas y los estadistas, soberanistas y realengos se pondrán de acuerdo, escribe Edgardo Rodríguez Juliá
Lo que más fastidia sobre esta tribu es ese sentido de apropiación, de “titularidad” casi nobiliaria. Es una especie de “entitlement” engreído y jaquetón, esa actitud de sentirse poseedores y manejadores, titulares y usufructuarios del más significativo, y también permanente, acontecimiento de nuestra larga historia colonial. Se consideran poseedores de un estatus que concilia nuestras contradicciones históricas, todas menos las de permanecer sometidos a las leyes del Congreso U.S.A., la más reciente la Ley Promesa y la Junta de Supervisión Fiscal, que nos ha devuelto a la más embarazosa -ya que no vergonzosa, porque ya apenas somos capaces del bochorno- condición colonial.
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