Me sorprendo cada vez que el gobierno que no tiene dedos, pero sí manos largas, sigue haciendo su contabilidad en muchos lugares a palitos, que es su manera primitiva e infantil de jugar al esconder, dice Víctor García San Inocencio
Me sorprendo cada vez que el gobierno que no tiene dedos, pero sí manos largas, sigue haciendo su contabilidad en muchos lugares a palitos, que es su manera primitiva e infantil de jugar al esconder, dice Víctor García San Inocencio
Nunca entendí cuando aprendía los primeros números, la tajante prohibición de las maestras de matemáticas ---hubo varias, misis Correa, González, Aldarondo--- a contar con los dedos. Desconozco si al día de hoy, todavía esté vigente lo que imagino sería en clave moderna esa instrucción. Era fascinante sentir los números en la punta de los dedos, aunque a lo más que se llegaba con dificultad era a sumar, restar y multiplicar hasta veinte. Quién sabe cuántas carreras más vinculadas con las matemáticas, o su aprendizaje mismo, se frustraron cuando se promovía no contar con los dedos. Todo ello supongo que se hacía para estimular las capacidades del pensamiento y del cálculo abstracto.
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