Es un golpe de estado quitar la intención del elector como el elemento rector de la adjudicación de votos en contra de las decisiones unánimes de los tribunales, escribe Héctor Luis Acevedo
Es un golpe de estado quitar la intención del elector como el elemento rector de la adjudicación de votos en contra de las decisiones unánimes de los tribunales, escribe Héctor Luis Acevedo
Corría el año terrible de 1980 y se inició el recuento de las elecciones en el edificio Valencia. El candidato popular había sido certificado preliminarmente en la noche de las elecciones, pero luego que ingresaron los controversiales votos de los cuarteles de la Policía el candidato del partido de gobierno se fue el frente. Estuvimos al borde de una grave confrontación civil.
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