Es necesario que llegue un “después” repleto de derechos para todas las comunidades por igual, sin restricciones para donar sangre, haya o no un coronavirus flotando u alguna emergencia nacional, escribe Ronald Ávila-Claudio
Es necesario que llegue un “después” repleto de derechos para todas las comunidades por igual, sin restricciones para donar sangre, haya o no un coronavirus flotando u alguna emergencia nacional, escribe Ronald Ávila-Claudio
Mi amigo tiene un coraje pegado al alma desde aquel día que intentó donar sangre. Cargaba un rostro desfigurado y una garganta repleta de preguntas, traspasado por un hilo de incredulidad. ¿Por qué el Estado, durante un acto de desprendimiento total, se había alzado en su contra? Aquel día, cuando abrió los ojos como nunca antes, le dijeron que no era permitido extraer sangre de un hombre que hubiese tenido relaciones sexuales con otro hombre dentro del periodo de un año. Desesperado, decía que alguien tenía que hacer algo, cuestionaba por qué los legisladores de la isla no se expresaban al respecto, y hasta planificó escribirles a sus cuentas de redes sociales. Aquel día, cuando intentó hacer el bien, chocó contra la pared del discrimen. Chocó contra la Administración de Drogas y Alimentos (FDA), cuya política desde 1983 prohibió que los homosexuales fueran donantes de sangre.
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