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Depresión, ansiedad y salud cardiovascular: ¿cuándo hay que preocuparse?

Las manifestaciones físicas de ciertas emociones le pasan factura al cuerpo: ¡actúa ya!

3 de febrero de 2022 - 12:00 AM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 2 años.
Los desórdenes de ansiedad tienen una alta prevalencia a nivel mundial, con una expectativa de duración, dentro de una vida promedio, de un 29%. (Shutterstock)

Desde septiembre de 2017 hasta el presente, los puertorriqueños hemos enfrentado eventos de gran magnitud que incidieron en la elevación de los desórdenes de ansiedad generalizada (GAD, en inglés) y la depresión. Sobre este tema, la prestigiosa doctora e investigadora española María Pérez-Piñar, de la Universidad Autónoma de Madrid, ha realizado varios –y muy importantes estudios— para vincular los efectos de estos desórdenes con la salud cardiovascular.

En sus investigaciones, Pérez-Piñar ha colaborado con un grupo europeo de expertos en salud cardiovascular para establecer con claridad esta correlación. Se resumen, a continuación, algunos de sus hallazgos más significativos:

  • Los desórdenes de ansiedad tienen una alta prevalencia a nivel mundial, con una expectativa de duración, dentro de una vida promedio, de un 29%.
  • Las investigaciones se han concentrado mayormente en los efectos de la depresión (por tratarse de una condición mayor dentro de este espectro de desórdenes asociados con la salud mental y emocional).

Al analizar estos datos desde una perspectiva holística e integradora, según los principios de la medicina naturopática, la doctora Milva Vega García explicó que, en su práctica, ha podido evidenciar este tipo de correlación que, de no atenderse a tiempo, pudiera tener consecuencias nefastas.

“Para muchas personas, es más fácil observar los cambios físicos que los emocionales y buscan ayuda médica por malestares digestivos (gastritis, reflujo esofágico o síndrome de colon irritable), entre otros. Sin embargo, otros síntomas (dolor de pecho, ahogo o respiración corta, espasmos, cansancio o dolores crónicos) aumentan la presión sanguínea y [pueden] expresarse como condiciones cardiovasculares”, señaló la especialista en medicina naturopática, con práctica privada en Ponce.

Las observaciones de Vega García concurren con la información que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) han determinado sobre esta correlación: “[los síntomas asociados con] la salud mental pueden tener efectos de dos maneras, a través de manifestaciones biológicas directas e, indirectamente, a través de conductas susceptibles al riesgo de enfermedades cardíacas –consumo de tabaco, sedentarismo, ingesta compulsiva de alimentos, y fallos en tomar sus medicamentos prescritos para atender hipertensión, arritmia o taquicardia”, según se describe en su página web.

Sobre este tema, añadió Vega García, es que la mayoría de sus pacientes se acercan a la medicina naturopática –que, según su filosofía, procura encontrar la raíz del problema. Después de una entrevista con el paciente, la doctora identifica esos comportamientos susceptibles como una señal de alarma que debe atenderse con prontitud para determinar mayores complicaciones.

“La sobrealimentación, especialmente el consumo de alimentos con altos contenidos de grasa y azúcar, proveen un alivio momentáneo, pero, a largo plazo agrava las condiciones de salud. La acumulación y el aumento de placas de grasa en las venas y las arterias aumenta, de manera peligrosa, las posibilidades de problemas cardiovasculares”, dijo la doctora, quien no se sorprende de que se recurra, en casos de depresión y ansiedad, al consumo desmedido de estos alimentos perjudiciales.

“El uso de alimentos altos en grasas trans y carbohidratos simples no es casualidad: está clínicamente demostrado, en muchos estudios científicos, que aumentan la segregación de dopamina, serotonina y endorfinas. Entonces, las grasas estimulan estos neurotransmisores cerebrales, dando un grado de satisfacción, placer y alivio temporero, pero alteran otras funciones y procesos del cuerpo”, puntualizó Vega García.

En ese renglón, tanto las investigaciones realizadas por la española Pérez-Piñar como los CDC apuntan a que estos síntomas se manifiestan en poblaciones específicas: personas veteranas de guerra y mujeres en situaciones de violencia o maltrato (en ambos casos, el denominador común es el síndrome de estrés postraumático –PTSD, en inglés—) con un alto nivel de riesgo para enfermedades coronarias con alto nivel de morbilidad y mortalidad. Otros grupos afectados incluyen a las parejas de personas que viven con depresión y ansiedad, por un alto nivel de conflictos más severos ante la impotencia y la ira, así como las minorías étnico-raciales (particularmente en Estados Unidos), debido a muchas situaciones de trauma que incluyen las disparidades en los determinantes sociales de la salud, el discrimen racial y las experiencias adversas en su niñez.

“Como proveedores de cuidado clínico que apoyamos a la llamada medicina tradicional, quienes trabajamos la medicina naturopática profundizamos para localizar la raíz del problema”, explicó Vega García. “Muchas veces, el manejo de las emociones induce a la victimización de un coraje que se ha reprimido –en ocasiones, por años—, y que puede somatizarse en fallos fisiológicos que, sumados a una mala alimentación, al poco descanso y, en algunos casos, a ‘sentirse rendidos’ ante situaciones para las que no se encuentra salida –como las pérdidas, el maltrato o la repetición de patrones dañinos—,” pueden afectar la salud y la calidad de vida, acotó.

Finalmente, Vega García exhortó a sus colegas que proveen cuidado clínico a trascender la intervención clínica y a escuchar.

“Tuve un caso de un adulto joven con un diagnóstico de ansiedad, que trabajaba 50 horas a la semana, manifestando síntomas de ansiedad, arritmia e hipertensión, y problemas de sueño, que consumía bebidas energizantes dos y tres veces al día para mantener su estilo de vida. En ese caso, aparte de reforzar el régimen de tratamiento prescrito por su médico primario, exploramos otras alternativas para reducir, lo más posible, sus niveles de estrés, y referir a profesionales de salud mental, además de una evaluación a profundidad de su salud cardiovascular, previniendo consecuencias que, de no atenderse, pudieran tener consecuencias fatales”, concluyó.

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Este contenido fue redactado y/o producido por el equipo de GFR Media.

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