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Un rompecabezas de fe y de amor

“Ellos son mi tesoro. Son lo más que quiero en esta vida”

8 de octubre de 2020 - 11:28 AM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 4 años.
El doctor Allan Torres Vargas con sus hijos Andrés y Verónica. (Suministrada)

Como médico cirujano, el doctor Allan Torres Vargas conoce muy bien el valor de la familia y tiene la convicción de que su fe ha sido uno de los ingredientes esenciales para, junto a su esposa por 32 años, Lourdes Rosario, construir una familia estable y amorosa, en la que Dios es el centro de todo.

“Estamos donde estamos porque Dios siempre ha estado presente en nuestras vidas y ha sido el centro de nuestro hogar”, dice convencido el urólogo, quien afirma que, de no haber sido así, la historia fuera diferente, pues otras prioridades, como el trabajo, hubieran ocupado totalmente su tiempo.

“Cuando ya habían nacido mis dos hijos, hubo una ocasión en la que me fui al trabajo y ellos estaban durmiendo; regresé y estaban dormidos; me fui nuevamente y estaban dormidos. Me pasó durante tres días corridos en los que no tuve la oportunidad de ver a mis hijos despiertos. En ese momento decidí que eso no me hacía feliz”, relata el doctor Torres Vargas, al reconocer que, si bien por su carrera debe estar disponible para sus pacientes, decidió modificar su práctica de manera que pudiera llegar a casa y compartir con su familia.

Es así como esa experiencia que le marcó tanto ha hecho posible que hoy pueda dedicarse a su familia y establecer un balance saludable con su práctica médica y sus pasatiempos. Reconoce que el reto fue uno de grandes proporciones, pero hoy se siente orgulloso de que en un momento incipiente en su carrera profesional se haya dado cuenta del valor de priorizar a la familia.

“Mis hijos, mi familia, son mi vida. Así que, decidí que ninguna cantidad de dinero iba a sacrificar a mi familia ni mi tiempo con ella”, reafirma muy seguro.

Hoy, sus hijos, Verónica y Andrés, son jóvenes adultos y a sus de 23 y 21 años, respectivamente, estudian y trabajan, pero, además, siguen compartiendo el techo familiar, algo, que al doctor Torres Vargas le llena de felicidad.

Al hablar de su mayor reto como padre menciona que fue sobreponerse a la preocupación de cómo sus hijos afrontarían sus propios retos según fueran creciendo.

“Yo creo que nos pasa a todos los padres… es ese momento donde los hijos empiezan a crecer y empiezan a experimentar el mundo. Ya uno pasó por unas experiencias, pero estamos al otro lado y sabemos que hay unas tentaciones que hay que vencer, pero entra esa duda de si los hijos podrían enfrentarse a esos retos en la vida y no caer en otros caminos”, recuerda a la vez que agrega que poco a poco fue perdiendo ese temor.

“Uno va bajando la guardia y se da cuenta de que, sí, sobrepasaron eso, pero, mientras eran pequeños la preocupación era que la influencia de otros pudiera afectar la manera en la que ellos se enfrentaran a la vida y el curso que tomaran”, dice.

En contraparte, revela su mayor dicha. “Que vivan en mi casa y que estén conmigo todavía”, afirma sin titubeos y, aunque reconoce los momentos difíciles que ocurren debido a la pandemia por COVID-19, como hombre de fe, ha sabido encontrar lo positivo de la situación.

“Algo bueno que ha ocurrido durante esta crisis es que, aunque siempre hemos tratado de cenar juntos, según iba pasando el tiempo, por sus horarios y por los dos estar trabajando y estudiando, eso se había estado haciendo más difícil, pero en la pandemia llevamos tres meses en los que básicamente todas las noches cenamos juntos”, dice evidentemente complacido.

Y es en esas oportunidades en las que el médico luce sus dotes de chef. Revela que, como buen cirujano, es meticuloso en la confección y en la presentación de sus platos.

“Me gusta cocinar para mi familia”, dice con sencillez, aunque acepta que cuando lo hace, le gusta “complicarse” preparando platos que requieran una mayor elaboración y con ingredientes frescos que deleiten a los suyos. “Lo hago para compartir con ellos”, afirma el médico, quien asegura que esta es también una forma de despejarse.

El doctor Torres Vargas también disfruta de la fotografía como pasatiempo y de la actividad física y, aunque ya no compite como solía hacerlo -ha hecho dos Iroman completos (140.2 millas en las que se corre, se nada y se corre bicicleta), medio maratones, tríalos y otras carreras- ahora prefiere tomarlo con más calma y ejercitarse para mantenerse activo.

De hecho, recuerda que cuando sus hijos estaban pequeños, entrenaba en los horarios en los que ellos dormían u organizaba viajes antes o después de los eventos deportivos para pasar tiempo juntos. Así logró combinar todas sus pasiones en un delicado balance.

“Eso siempre ha estado bien presente y no me arrepiento”, recalca, para hablar de sus hijos con mucha admiración. “Ellos son mi tesoro. Son lo más que quiero en esta vida”, subraya, mientras explica que ambos son muy diferentes.

Aliviado señala que le da gracias a Dios porque Verónica no está en el campo de la medicina,pues “es workaholic” y muy dedicada al trabajo. “Ella es la empleada que uno quisiera tener”. Por su parte, Andrés es muy brillante.

“No tengo nada negativo que decir negativo de ellos. No son perfectos, al igual ninguno de nosotros lo somos, pero están encaminándose en sus carreras y, según va pasando el tiempo, los veo más enfocados en sus metas y tomando sus rumbos”. Junto con su esposa, a ambos les ha inculcado el valor de dar el 100%.

Es evidente que el hilo conductor de esta familia es la fe y, a pesar de los retos que vivimos como pueblo, el doctor Torres Vargas es fiel creyente de que a todas las cosas negativas se les puede sacar algo positivo.

“El camino estaba bonito y ahora hay una piedra en el medio. Tenemos que buscar cómo le vamos a dar la vuelta a esa piedra, obviamente, poniendo a Dios por delante, y teniendo una mentalidad positiva”, enfatiza el urólogo, para quien lo material cobra menor relevancia cuando las prioridades están bien establecidas.

“No es que el dinero no sea importante, es que no es mi prioridad. Como dice la canción de Facundo Cabral ‘pobrecito mi patrón, piensa que el pobre soy yo, solamente lo barato se compra con dinero’. Yo siempre he creído en eso. Las cosas importantes no tienen precio y si uno tiene ese balance en la vida, en la familia, en el trabajo, va a seguir adelante”, puntualiza. Esos valores también los vivió como hijo y, como padre, trata de enseñarle lo mismo a Verónica y a Andrés.

“Con sus errores y con sus decisiones buenas, (mis padres) siempre fueron luchadores. (Para ellos), la familia siempre fue lo primero y me inculcaron que tratara de estudiar y de echar hacia adelante. Mis padres me llevaron hasta un punto y yo subí a otro nivel. Y, eso es lo que les digo a mis hijos: 'no se trata del dinero. A ustedes yo los he llevado hasta un sitio, pero depende de ustedes a dónde quieren ir”, señala.

Por su experiencia, el doctor Torres Vargas tiene una visión clara de lo que implica la familia y de los sacrificios que formarla y mantenerla conlleva. Por ello, recomienda establecer prioridades claras de lo que se quiere en la vida y planificar para ejecutar las metas.

“Si quieres alcanzar equis nivel económico o equis nivel académico, tienes que estar claro en que tener hijos en ese momento conlleva sacrificios y dedicarles tiempo”, reitera, mientras agrega que, muchas veces, cuando se trata de alcanzar varias metas a la vez, algunas pueden verse descuidadas, lo que puede llevar a la frustración. Por eso piensa que vale más sacrificarse en unas etapas para obtener resultados posteriores.

Su segundo gran consejo es analizar lo bueno y lo malo de las personas, de manera que cada individuo pueda crear, literalmente, el rompecabezas de su vida.

“Yo siempre trato de aprender de mis amistades, de la familia y de otras personas que conozco. Analizo, y veo lo bueno y lo malo que tienen, y trato de copiar las cosas buenas y de aprender de las cosas negativas. Así voy formando un rompecabezas. Esto no me lo inventé yo; creo que la forma en que soy y en la que he llevado a mi familia es un rompecabezas para el cual he cogido piezas de diferentes sitios”, compara el médico, para enfatizar que los hijos no deben ser clones de los padres, sino que deben unir todas esas experiencias para crear su propia filosofía de vida.

“Que de las cosas positivas que puedan aprender de mí y de otras personas las utilicen y que lo negativo lo tomen y lo conviertan en algo positivo. No creo que nadie tenga las contestaciones para todo y ese rompecabezas está hecho de muchas influencias”, dice con seguridad.

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Este contenido fue redactado y/o producido por el equipo de GFR Media.

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