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Educación del ciudadano global desde las aulas

Este concepto amplía la formación integral de los estudiantes universitarios

18 de febrero de 2022 - 9:35 AM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 2 años.
Un ciudadano del mundo es alguien que reconoce que, si bien habrá nacido y se identifica con valores culturales de un país (o de una región de un país), tiene una visión panorámica mucho más amplia de este planeta. (Shutterstock)

“A pesar de que el mundo está cada vez más interconectado, la paz y el desarrollo sostenible siguen estando amenazados por las violaciones de los derechos humanos, las desigualdades y la pobreza”. Con esta cita, el portal de la UNESCO plantea la definición y los objetivos de la educación para la ciudadanía mundial (o global, que es lo mismo).

Las necesidades y los retos que presenta la conexión entre el mundo y sus ciudadanos se resumen en tres objetivos específicos: reconocer nuestra naturaleza global, observar las diferencias sin juicios personales, y promover oportunidades de crecimiento y expansión desde la universidad.

Con su experiencia, los profesores e investigadores Federico Subervi-Vélez y Raymond Ortiz-Laureano reflexionaron sobre la importancia de la unificación de los habitantes del planeta, más allá de las divisiones o categorías establecidas.

El reconocimiento es esencial

Subervi-Vélez es profesor jubilado y miembro honorario del Programa de Estudios Latinoamericanos, Caribeños e Ibéricos de la Universidad de Wisconsin-Madison. “Jubilado, pero no retirado de la investigación”, apuntó, con una risa franca que denota su pasión y dedicación por estos temas.

Un ciudadano del mundo es alguien que reconoce que, si bien habrá nacido y se identifica con valores culturales de un país (o de una región de un país), tiene una visión panorámica mucho más amplia de este planeta”, explicó el profesor, sangermeño de pura cepa. “Ese ciudadano entiende las complejidades de la historia, la economía, la política y la cultura, sin privilegiar una característica o cualidad sobre otra. No establece jerarquías ni prejuicios hacia quienes piensan o creen de manera distinta a la suya”, aclaró.

Por su parte, Ortiz-Laureano es ingeniero, consultor gerencial e historiador natural que lidera varios esfuerzos desde su residencia en Carolina para vincular sus investigaciones y proyectos con diversos agentes de cambio en distintos puntos del escenario global. “Estoy en múltiples proyectos con organizaciones académicas y, como investigador, también pertenezco a varias redes internacionales”, señaló.

“Para mí, un ciudadano global tiene conciencia de que comparte este espacio con otros habitantes del planeta”, dijo el experto. “Aunque haya intentos por separar y agrupar a las personas por razones políticas, económicas y socioculturales, este ciudadano adelanta, junto con sus pares, unos objetivos en común [que beneficien] a todo el planeta”, indicó el también profesor, quien investigó sobre la relación entre Puerto Rico y otros países en la segunda mitad del siglo XX.

¿Cómo se entienden las diferencias?

Tanto Subervi como Ortiz explicaron que reconocer las diferencias culturales, religiosas y económicas es un gran paso de apertura, aceptación e integración, siempre evitando la apropiación cultural.

“Una cosa es valorizar otras culturas y otra es querer representarlas como si uno fuera el experto en ellas, o quiera ser alguien que pueda asumirlo mejor que quienes las conocen desde adentro, porque viven en ellas”, admitió Subervi. “No quiere decir que uno no participe en un carnaval de Brasil, un baile de bomba en Loíza o una procesión religiosa en Sevilla; se pueden vivir esas experiencias, pero no hacerlas a nombre de ese grupo social o cultural”, apuntó.

“Las personas actúan para trabajar con otros que piensan de igual manera, más allá de las limitaciones que nos imponen todas las estructuras tradicionales”, opinó Ortiz. “En ese aspecto, las tecnologías han sido esenciales para enterarnos de lo que sucede en fracciones de segundo, concurrir en espacios que, mucho antes de esta situación mundial [la pandemia], ya estaban congregándose para promover cambios positivos, de reconocimiento a lo que nos une, y asumirlo desde el respeto hacia las diferencias”, añadió.

Espacio para crecimiento desde la sala de clases

Ortiz admitió que su experiencia de colaborar con pares de otras regiones del mundo le provee un mundo de infinitas posibilidades que deben subrayarse durante la formación académica. “Hay que contemplar el escenario mundial como uno de oportunidades para empresas, para activismo social, e intercambio de saberes”, subrayó. En ese aspecto, Ortiz valoró la oportunidad de colaborar con otros colegas interesados en el desarrollo del Caribe, su tema de investigación doctoral. “Les sorprendería saber que hay personas que investigan, escriben y proponen ideas para este gran proyecto en lugares tan lejanos como Australia”, comentó.

“No solo eso, también podemos conectarnos con la diáspora boricua que está dispersa por todo el mundo, y que tiene grandes ideas para innovar y desarrollar cambios que impacten a la isla y al Caribe en general”, agregó.

En cuanto a la conciencia global dentro de la formación universitaria, Ortiz aseguró que es un proyecto bien cimentado. “Específicamente, se habla sobre temas de liderazgo, cultura organizacional y ciudadanía global, entre muchos otros”, indicó. “Hay más conciencia sobre la importancia de crear, desde que se empiezan los estudios universitarios, una visión que no sea localista, sino que trascienda nuestro espacio”, concluyó Ortiz.

En esa misma línea, Subervi apuntó hacia la importancia de que los jóvenes sirvan como influenciadores sobre la conciencia global comenzando por sus círculos inmediatos –la familia, los amigos—para recalcar que no estamos solos. “Los profesores tenemos un espacio perfecto para provocar la curiosidad por establecer conexiones que estas generaciones, apoderadas de la tecnología, pueden ser muy atractivas y, eventualmente, de beneficio económico”, dijo.

Por su experiencia, Subervi agradeció la oportunidad de haber estudiado en la Universidad de Puerto Rico y recibir, desde allí, sus primeras oportunidades para desarrollarse como un líder reconocido la investigación sobre temas de comunicación, con varios libros publicados y otros en desarrollo.

“Si no hubiera sido por esos profesores que fueron mis pilares, no habría florecido lo que yo estaba destinado a ser. Por eso, mi mensaje a estos jóvenes que se acercan a la universidad es que se nutran de la experiencia de la experiencia educativa, porque ese es el camino para expandir sus conocimientos y aportar ideas que impacten al mundo”, finalizó Subervi.

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Este contenido fue redactado y/o producido por el equipo de GFR Media.

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