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De la Hacienda Roig sale un buen café

La historia de la finca, que ha trascendido cinco generaciones, se remonta al 1876 en el barrio Jaguas Pasto de Guayanilla

4 de septiembre de 2023 - 11:40 PM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 6 meses.
Café Roig lleva varias generaciones produciendo café en Guayanilla. Jose Luis Roig, de 62 años, es el propietario. (Isabel Ferré Sadurní)

Hace 147 años que, don Luis Roig Labrós llegó al barrio Jaguas Pasto de Guayanilla, a donde inició una operación agrícola que se extendió a cinco generaciones, a través de la producción de café especial.

Allí, las siembras engalanan el paisaje impregnado de historia y una belleza despampanante que, a diario, se entreteje con el arduo trabajo de una familia comprometida a cosechar el grano maduro que alimenta la esperanza de un pueblo.

Así han continuado, durante casi un siglo y medio, a pesar de los embates naturales, telúricos, políticos y sociales, pues conocen la resiliencia que caracteriza a los agricultores que no se amilanan ante los retos que enfrentan para recoger la preciada semilla.

De acuerdo con José Luis Roig Franceschini, que es de la cuarta cepa en la producción cafetalera: “Hay cafés que son historia, pero este es un café que tiene su historia, porque es el legado que hemos tenido”.

Roig Franceschini muestra el empaque de la marca “Café Roig”, que nació en el 2016.
Roig Franceschini muestra el empaque de la marca “Café Roig”, que nació en el 2016. (Isabel Ferré Sadurní)

“Nuestra familia ha laborado en el mismo sitio desde el 16 de abril de 1876, cuando don Luis Roig Labrós que era mi bisabuelo, catalán, vino de Barcelona, se estableció en el barrio Jaguas Pasto de Guayanilla y se casó ese día siendo agricultor. Luego, la finca pasó a mi abuelo, José Miguel Ignacio Roig Coll y después a mi tío y a mi papá, José Luis Roig Olivieri”, recordó el agroempresario de 62 años.

“Soy la cuarta generación trabajando en la finca. Yo no heredé nada, sino que, de lo que tengo, lo compré poco a poco, día a día. No creo en la suerte sino en las oportunidades. Siempre me preparo para el día de mañana y un futuro...”, confesó.

Su pasión por la agricultura comenzó desde niño, siendo el más pequeño de cuatro hijos.

“Siempre estuve afanado en el trabajo, ayudando a mi papá; soy el más pequeño de cuatro hijos. Yo quería ser agrónomo, tenía una pasión de niño con ser agricultor. Siempre estaba al rabo de él, como dicen en el campo y, siempre estuve en la finca o bregando con la tienda y, pendiente a ellos, me quedé y decidí no estudiar”, resaltó.

Roig Franceshini inició su trayectoria en la producción de café al comprar 40 cuerdas que eran de su padre. Después, según contó, fue adquiriendo otras haciendas, que durante décadas operaron en el sector.

“Esto era una finca de café, no era la más grande. En este barrio, existían siete haciendas cafetaleras. Empecé comprando 40 cuerdas a mi papá; le renté la finca por $1,000 el primer año y me dijo que cogiera la finca por $60,000 y, en un papel de pan, hicimos el contrato en 1985″, sostuvo el hijo de Zaida Franceschini.

“Luego compré parte de la hacienda Belgodere que son 90 cuerdas y, la Hacienda Moriviví. Después le compro al gobierno federal, en una subasta y, fui un hombre feliz porque entonces, adquiero la casa donde nací y me crie, la finca donde estaba la escuelita Roig que mi abuelo cedió el terreno. Ahí estudié primero y segundo grado”, acotó.

Así las cosas, José Luis siguió adquiriendo los terrenos aledaños hasta alcanzar 540 cuerdas.

“En cuatro años, crecí como la espuma, me comí el mundo trabajando incansablemente, porque compraba mucho café a otros agricultores. Yo nací y tengo una historia para contarla. No la hice yo, sino que soy parte de ella y, cuando tú eres parte de algo, tú lo haces”, puntualizó el padre de dos agrónomas y un ingeniero civil.

Además de café, la finca Roig cuenta con plantíos de frutos menores como cítricos y plátano.

No obstante, el desastre generado por el huracán María en septiembre de 2017, ocasionó la pérdida de 150 cuerdas de café. Debido a la crisis, el guayanillense cambió, de sembrar café al sol, a unos cultivos bajo sombra en cuatro variedades de árboles: guaba, guamá, capá prieto y moca.

“Son variedades leguminosas que es clasificación de los árboles que, cuando se descompone la hoja que cae en el terreno, crea nitrógeno. Entonces, en vez de tener los terrenos expuestos, tenemos la cobija de una sombra. Es café arábigo, estamos usando limaní y frontón”, detalló.

Jose Rivera Pérez, de 59 años, lleva 35 años como empleado agrícola y recolector en Café Roig.
Jose Rivera Pérez, de 59 años, lleva 35 años como empleado agrícola y recolector en Café Roig. (Isabel Ferré Sadurní)

Sobre el proceso

Al hablar sobre el cultivo de café, Roig Franceschini estableció que “tengo todas las etapas, desde germinación, siembra en los viveros, trasplantamos semillas a finca, producimos el café, lo cogemos 100% maduro”.

“Luego, lo elaboramos, lo despulpamos, se lava, se le quita el mucílago, se mete en gavetas al sol. Luego, está cuatro días en las gavetas en donde tenemos un sistema de secado al sol”, subrayó.

En el lugar hay más de 20 ovejos, que son los que desyerban ocho cuerdas de cultivos. De acuerdo con Roig Franceschini, este proceso es parte de un sistema ecológico a donde los animales se sueltan a las 8:00 de la mañana y se recogen a las 12:00 del mediodía.

Entretanto, expuso que, cuando mandaron a catar el producto a los Estados Unidos, el resultado fue que, se trata de café especial. Así nació “Café Roig”, que, de paso, activa la quinta generación de productores de café, a través de sus retoños.

“Lanzamos la marca en octubre de 2016. Ahora tenemos 35 cuerdas sembradas, mi hijo tiene 10 y compro café a cuatro agricultores. Mi hijo es la quinta generación y por ahí viene la sexta porque tengo cuatro nietos”, concluyó.

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