Se pasan las horas aguardando por atención en distintas oficinas, sean privadas o públicas, frente al televisor que habla y habla. Tampoco se callan los “clientes”, sobre todo cuando desde la pantalla mana el retrato de desastres, todos, por cierto, anunciados e igualmente puestos debajo de la alfombra, como para que duerman allí el sueño de los injustos.
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Desencanto
Entre darse por vencido y reclamar la materialización inmediata de la utopía como condición para la participación en todo tipo de evento, la indiferencia pega el pensamiento al suelo, como Medusa fija...