No, no el acribillado a flechazos. Ese es el de las “Fiestas”. El de hoy es igual de interesante, y un chililín más afortunado que el pobre Santo. Para muchos, el primer diccionario de la lengua española fue el Diccionario de la Irreal Academia Española -católica apostólica y romana-. Pues no. Esa hazaña le corresponde al Toledano Sebastián de Covarrubias Orozco, con El Tesoro de la Lengua Castellana o Española, de 1611 (ahora en mi falda). Pasados 115 años de publicada la obra del amigo Covarrubias, apareció la Irreal con el primer tomo del “suyo”. Los irreales reconocen que a Covarrubias “se le debe la gloria de haver dado principio à obra tan grande, que ha servido a la academia de clara luz en la confusa oscuridad de empresa tan insigne”. Pero tuvieron la arrogancia decir de Covarrubias que “à este sabio escritor no le fué facil agotar el Océano de la Léngua Españóla, por la multitud de sus voces: y así quedó aquella obra, aunque loable, defectuosa por faltarla crecido número de palabra […]”. Como ve, este Sebastián también fue acribillado, pero por académicos que, nacidos con la flor en el ¿cu…ello? llegaron dispuestos a “agotar el océano de la lengua española”.
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EL GRAN SEBASTIÁN
Aida Vergne escribe sobre Sebastián de Covarrubias Orozco y su El Tesoro de la Lengua Castellana o Española, de 1611.