...es de Suiza. Ese es uno de los quesos que tiene hoyos por todas partes (hay más de un queso suizo). ¿Y qué tiene que ver queso alguno con lingüística? Mucho más de lo que se imagina. Mire, usted sabe, porque lo hemos discutido aquí antes, que hay palabras que son homófonas. Incluso, en la cadena oral, hay construcciones completas que pueden resultar homófonas con otras palabras (suenan igualitas pero se trata de cosas muy distintas). Esto ocurre porque hablamos de corridito. Por eso los homónimos, nos dicen Fromkin y Rodman, son los candidatos perfectos para generar humor, chistes y confusiones, unas más felices que otras. Dicho lo anterior, regresemos al queso que nos ocupa: el suizo. Son muchos (cientos) los quesos suizos. Los más conocidos son los elaborados en el valle del río Emme, conocido también como queso emmental (esa terminación –tal, significa valle en alemán). ¿Y a qué viene toda esta quesadilla? Pues que Luque, citando a Fernando Savater, nos cuenta que, en una ocasión, el asistente de Sherlock Holmes, el doctor Watson, le preguntó al investigador privado más famoso del mundo lo siguiente: “¿A que no sabe cuál es el queso que más me gusta?” Raudo y veloz, Sherlock respondió como solo él puede hacerlo: “El emmental querido Watson”. Elemental, ¿no cree?
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EL QUESO SUIZO...
Aida Vergne habla de las palabras homófonas, aquellas que suenan igual pero tratan de cosas muy distintas.