El proceso de diagnóstico fue angustioso. Si las angustias no son favorables en tiempos de óptima salud menos lo son tiempos de enfermedad y, mucho menos, para alguien de su edad, de su clase social, de su soledad o de su código postal. No fue suficiente con que el médico que la atendía ordenara “x” o “y” tratamiento. El plan médico también requirió una justificación médica. La justificación requirió tantas otras citas, salas de espera, llamadas, turnos en un papel pegado a la pared tres horas antes de la apertura del consultorio, siete horas previo a la llegada del médico y varias semanas de incertidumbre que dieron por resultado un diagnóstico crítico.
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En la sala de espera estamos todos
El escritor Ángel Antonio Ruiz relata las peripecias de la población por recibir dignos servicios de salud.