Nada es nuevo. Se trata de ciclos de ajustes y acomodos, que permiten revitalizar la sociedad y continuar en la aspiración siempre presente de mejorar, escribe Carlos E. Díaz Olivo
Nada es nuevo. Se trata de ciclos de ajustes y acomodos, que permiten revitalizar la sociedad y continuar en la aspiración siempre presente de mejorar, escribe Carlos E. Díaz Olivo
Durante la década de los sesenta del siglo pasado, una serie de movimientos y protestas se desarrollaron a través del mundo y, particularmente, en los Estados Unidos. Denunciaban la guerra y el conflicto en Vietnam. Se temían las consecuencias de un holocausto nuclear cono resultado de la hostilidad entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Los grupos de derechos civiles reclamaban igualdad para la población de raza negra y otras minorías de la nación. Las mujeres exigían el derribo de las barreras concretas e invisibles que les negaban acceso y participación, y que colocaban en manos de los hombres el control de las principales actividades sociales. La comunidad homosexual o gay, como se autodenominaba en aquellos entonces, decidió salir de clóset y negarse a continuar siendo víctimas del oprobio y discriminación, que atentaba contra su dignidad como seres humanos. Se cobró, además, conciencia sobre la importancia de proteger el ambiente.
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