La Bomba: latido africano que vibra en Puerto Rico

La bomba se identifica plenamente con la raíz africana de los puertorriqueños. Los historiadores trazan su origen al tiempo en que estuvo vigente la esclavitud en la isla, en particular en las fiestas que los hacendados permitían realizar a los esclavos en ocasiones especiales, como el final de la zafra en las haciendas azucareras localizadas en los pueblos costeros.
La instrumentación es esencialmente percusiva, mediante tambores grandes o barriles que se apoyan en el suelo y que dan nombre al baile. Al tambor más grande se le conoce como burlador o buleador, y al pequeño como subidor o primo. El subidor se utiliza para interpretar de forma sonora los movimientos de una bailarina o un bailarín solitario, dándose una especie de duelo entre músico y bailador. También se utiliza un instrumento de percusión portátil llamado chékere, que consiste en una higüera rodeada por caracoles o cuentas entrelazadas.
La bomba contiene una amplia gama de ritmos traídos al Caribe por los africanos esclavizados. Están, por ejemplo, el cocobalé, el yubá, el gracimá, el leró, el cuembé y el sicá. Esto significa que, en la bomba, se encontraron ritmos africanos que no habían coincidido en el continente. Esta música se distingue por el uso de frases cortas y la repetición de cortes. Los cantos se componen de intervenciones alternadas entre los solistas y un coro.
El baile se puede hacer en pareja, pero cada persona baila por separado, moviéndose al ritmo de los tambores. El tambor marca un ritmo, y el bailador le responde siguiendo el compás. Las mujeres usualmente visten con faldas largas, que van agitando al compás de la música. El varón, por su parte, se mantiene derecho, en una postura de dignidad y elegancia. Sus manos rodean a la fémina; sin embargo, no la tocan, más bien la incitan a bailar. Los bailadores intercalan sus turnos en el baile y mantienen una especie de conversación con el tambor. Se baila mirando al percusionista e imitando, con sus movimientos, el sonido de los tambores. El bailador se luce al demostrar su agilidad y velocidad para marcar con los pies los repiques del tambor, desplazándose lo mismo hacia el frente que hacia atrás.
El baile y la música de bomba se mantienen vigentes gracias a instituciones como la Escuela de Bomba y Plena Don Rafael Cepeda Atiles. La familia Cepeda lleva ocho generaciones ininterrumpidas dedicadas a promocionar y preservar la bomba. También está el proyecto Tamboricua, una escuela de baile con clases para todas las edades, y, a nivel musical, conjuntos como Taller Tambuyé, La Tribu de Abrante, Paracumbé y el Ballet Folklórico Hermanos Ayala.