En unos días en que la familia deportiva puertorriqueña considera, casi en un 100 por ciento, que Juanma López debe retirarse porque su cuerpo ya no resiste golpes, aunque él ya dijo que seguirá combatiendo, es el momento propicio de traer el ejemplo tétrico de Wilfred Benítez, quien ya en 1986 había sido diagnosticado con visos de encefalopatía postraumática, que no era otra cosa que demencia pugilística, y se mantuvo sobre el ring hasta agosto de 1990, error que se transformó actualmente en su calvario al estar encamado con un abanico de enfermedades graves: mal de Párkinson: diabetes e hipertensión, entre otras, peleando para sobrevivir, sin notarlo, por el cuido esmerado de su hermana Yvonne y su esposo, Efraín Crespo.