Y es que seguimos acumulando topónimos porque no podemos hacer más para lidiar con la catástrofe. Parecería que es sólo cuestión de que un mes se deshaga en otro para que lo que en algún momento fuera nombre de zona geográfica se transforme en talismán, y de inmediato nos veamos, como en tercera persona, agobiados por una tristeza que corta por lo honda, y un golpe de indignación que viene sin héroes ni conciertos.
Se adhiere a los criterios de The Trust Project
Ayotzinapa
Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 10 años.