Obviamente, José Juan Barea sufre por ser relegado al último lugar entre los cinco armadores y no haber jugado un solo minuto en los tres partidos de su amado equipo, cuya afición, que lo idolatra, le hecha de menos en el tabloncillo. El piloto Rick Carlisle, tal vez su mayor admirador, le dijo antes de empezar el certamen que su papel será distinto, y que quiere que explote sus dotes de líder en el banquillo, aconsejando a sus pares, en particular a su estelar Luka Doncic, quien acapara la ofensiva con éxito. Carlisle, asimismo, es consciente que nadie en la NBA se había recuperado más rápido de una rotura de talón de Aquiles que él, que en cuestión de seis meses empezó a correr y brincar sin esforzarse al máximo.