Cuando Gunbir Singh vio a Beatriz C. Olivera, hermosa y radiante, desfilar hacia el altar, supo que todas las decisiones que había tomado aquella tarde de febrero mientras ambos eran estudiantes de medicina habían sido las correctas. “Al verla me di cuenta una vez más de lo afortunado que soy de tenerla”. Para ella, ese mismo camino andado del brazo de su padre también fue “emocionante y surreal”.